Como he andado muy ausente de estos rumbos me faltó hablar de algunos detallitos que han o no han cambiado en las últimas semanas.Primero, ¿Qué ocurrió con mi horario de lunes a domingo durante tres semanas en la chamba?Bueno, pues se redujo, afortunadamente, a solo dos semanas; a mi compañero lo dieron de alta y después de su primer chequeo ya se sentía con fuerzas para volver al trabajo, así que volvió. Inmediatamente después de haber acabado mi tortura laboral no llegó para mí el decanso, esto debido a que mi semestre iniciaba justo esa semana en que volvió mi compañero de trabajo, ergo tuve que ir inmeditamente a clases. Sin embargo, sin embargo, me dió la concha y juzgué meritorio unos días de descanso; digo, después de semejante friega toca semejante descanso y me agarré 2 días de juerga y destrampe ( dormir y acabar el juego de zelda que dejé a medias).Segundo, ¿Qué tal la escuela?Ah, pues bien, gracias. Pos figúrense ustedes que ya voy en el feliz tercer semestre de mi feliz carrera de diseño (no es sarcasmo, juro que es lo único que me mantiene levemente animado) y pues hay maestros nuevos, compañeros nuevos y horario nuevo. Y pues el horario que tengo es ligeramente audaz pues ahora voy los sábados a clases, no voy 2 días a la escuela y 2 días me la vivo en la escuela. Varias personas me han dicho que qué cosa más horrible eso de ir los sábados a clase, pero pues no pa' mí, yo feliz. Son los 2 mejores maestros que tengo y son 2 de las materias que más me gustan, entonces es un día muy feliz pasarmela dibujando un sabadito en la mañana (además no tengo nada parecido a una vida social que se vea interrumpida por ello).Tercero, ¿Clases los sábados?¿No trabajabas los sábados?Pues fíjense que ya no tengo trabajo de fines de semana. Sip, así como lo leen... aunque... tal vez no sea tal cual se lo imaginan. No agarré valor para renunciar y todavía no he conseguido la beca para poder desafanarme del trabajo, y en contraposición yo tenía unas ganas endemoniadas de tomar las clases que tomo los sábados, pero pos no me checaba el horario de las clases con la de la chamba. Entonces decidí hacer un movimiento arriesgado y preguntarle al ogro de mi jefe si me dejaría catafixiar (intercambiar) mi sábado de trabajo por otro día entre semana. A lo que mi jefe respondió: "Fi fai fo fum... pues arreglalo con tu compañero, por mí no hay problema". Luego lueguito lo arreglé con mi compañero y sí se pudo; al parecer sí le convenía hacer el cambio, aunque tal vez, él y mi jefe, lo hayan hecho más como agradecimiento por que me fleté 2 semanas trabajando sin protestar, así que... bendita sea la gratitud.Y como ya dije lo que tenía que decir, y no hay novedad, y ya son las 11 y todo sereno, pos ya me voy. A'i se ven.P.D. Cuarto ¿y la depre?Pos ahí la llevo, la voy toreando a ratitos y a veces me da de cornadas; pero que no panda el cúnico, todo está bajo control.Estaba yo pensando en las razones por las que me he deprimido más ultimamente, pero son muy subjetivas, muy variadas y hartas en número, así que mejor le dedico un post completito (sí, otro post depresivo :P). Pero luego.
domingo, agosto 30, 2009
De la chamba y otros horarios
martes, agosto 25, 2009
Piltrafa
Erase una vez uno de estos tantos feos días en los que salí de la escuela a mala hora: justo a la hora en que hay mayor tránsito y, por lo cual, mi de por sí largo trayecto de regreso a casa se duplica en tiempo (en lugar de 2 horas hago 4 horas).
Era, aquel día, también, un mal día ya de sí, pues es el primer día de clases para los alumnos del nivel básico, y en términos breves eso significa más caos vial.
Era, inclusive, un día con mal clima: lluvia abundante, constante y mojante. No sería necesario decir que eso también empeora el tránsito, pero quiero recalcarlo: lo empeora horriblemente.
Era, finalmente, un día un poco gris para mí y si bien mi estado de ánimo no entorpece el flujo de automoviles, sí ocurre que el tráfico excesivo despedaza mi paciencia, mi ánimo y además mis rodillas (porque a veces me toca ir de pie en el transporte) .
Bueno, ya con el panorama descrito, me situo en la última parte del viaje: el último camión que tomé y creo que los últimos 20 minutos que estuve ahí.
Iba de pie, me sostenía alternativamente del tubo en el techo y de las agarraderas de los asientos. Ya iba yo bastante cansado y fastidiado y supongo que varios de los que venían en el mismo camión venían igualmente fastidiados; de entre todos, noté al tipo que estaba enfrente de mí, en su asiento, igual o más incómodo que yo y, presuponiendo que a lo mejor yo lo molestaba, me dí la vuelta para asirme de la otra hilera de asientos.
En la otra hilera, frente a mí, dormido en su asiento, en el asiento del que yo me sostenía, ví a un chavo bastante lindo. Aprovechando que él iba más en el mundo de los sueños que en este, lo miré por unos instantes; y a veces me pasa que cuando me siento solo y desanimado, como me sentía en ese rato, al ver a alguien lindo, guapo, abrazable, etc., me da una horrible sensación de vacío en el estómago y me deprimo un poco más.
Pues como ya andaba yo encarrerado con la depre, pues le seguí al remolino cursi de ideas depresivas (todo muy leve, aclaro, nada extremo) de lo solito que estoy, de lo desafortunado que soy, bla bla bla bla... ya saben.
Y como el tráfico aún no cedía y aún restaba alguna considerable distancia para que llegara yo a mi casita, me entretuve alternando mi pensamiento entre las ideas depresivas, entre el paisaje de la ventana o entre el sujeto lindo que dormía enfrente de mí.
Ocurre, como sabrán, muy seguido, que la gente que va dormida en un camión cabecea de un lado al otro del respaldo en el que están y ocurrió que el tipo lindo este iba cabeceando y... zas... de repente su cabeza quedó recargada sobe la mano con la que yo me sostenía a la agarradera del asiento.
En condiciones normales soy un huraño de lo peor y no soporto tener contacto con la gente en el transporte, y a cualquier contacto me muevo, me reacomodo, busco espacio libre pero... esta vez... no lo hice.
Y sé que va a sonar muy patético y ridículo y tonto y estúpido, pero sentí su peso recargado sobre mi mano y el calorcito que tenía su piel... y... pues... no recuerdo la última vez que sentí a alguien así. Será seguramente que andaba yo muy sensible, y que estoy muy poco acostumbrado al contacto con otros, pero fue una sensación muy agradable, muy excitante, muy linda.
Fue tierno sentir a alguien descansando sobre mi mano... ridículo también, lo sé.
Pasaron algunos instantes, no sé cuánto, pudo haber sido mucho, o poco, el chiste es que cuando ya me empezaba a sentir culpable y estupido el camión hizo algún movimiento brusco, entonces mi mano se movió y el soñador se movió también girando su cabeza hacia el otro lado.
Una vez perdido el contacto me sentí de lleno estúpido, ridículo, miserable... porque cómo puede ser esto lo más cerca que puedo lograr de afecto, ¿un desconocido inconsciente recargado en mi mano? Patético.
Me deprimí más todavía. Algunas lagrimillas me aguanté y pues seguí el camino con ideas apestosas de tristeza. Ya en esos momentos me sentía muy tonto, y ya sin mucha dignidad; sería mentir si no les dijera que esperaba, que ansiaba, que otra vez se recargara sobre mi mano.
Y ocurrió. Volvió a moverse y quedó sobre mi mano. Y esa sensación de calorcito que yo sentí por su peso y por su piel, su cabello, me recorrió el cuerpo otra vez. Volvió la misma agradable sensación e instantes después la misma terrible sensación de vergüenza hacia mí, y entre esas dos ideas me debatía. Después de muchos interminables segundos, opté por mover mi mano.
Se giró, siguió dormido. Y me moví, ya faltaba poco para que llegara a dónde me tengo que bajar. Ya no tenía sentido seguir haciendo escenitas ridiculas, ya.
El camión llegó a la parada, me bajé y caminé a mi casa; medio llorando, medio hablando solo, sintiéndome una piltrafa de persona, suspirando.
Y pues esa es la historia; no habla muy bien de mí, pero pues así me sentía. Así me he sentido ultimamente: triste... no, solo; más solo que triste, y tal vez más frustrado que deprimido, porque me hace falta llenar estos vacíos de afecto que siento, pero no he podido. No he podido y ya me duele, ya me lastima.
Me hace falta.
P.D. Falta un dibujito.
lunes, agosto 03, 2009
Picando piedra
Ya es agosto, y era precisamente el inicio de este mes la fecha que yo me había planteado como el plazo máximo para renunciar a mi trabajo para, por fin, dedicarme completamente a la escuel (y ocupar el espacio restante en actividades descansatorias).
Ya es agosto y no solo no he renunciado, sino que en estos momentos me encuentro en estado de "irrenunciabilidad" y aparte como vil esclavo trabajando de lunes a domingo.
La irrenunciabilibilibilidad y mi esclavizante nuevo horario tuvieron lugar debido a que mi compañero de trabajo, quien trabaja de lunes a viernes, se enfermó. Una mañana del martes pasado me llamó para decirme que si lo podía cubrir porque él andaba enfermillo y que tenía que ir al doctor, y pues... yo tenía cosas que hacer pero ... en fin, era un favor.
Trabajé ese día completo y como fue avanzando el día me llegó la noticia de que al tipo este lo hospitalizaron y le metieron cuchillo; le sacaron el apendice y le recetaron veintitantos días de incapacidad.
Sí, a partir de ese martes he estado trabajando ininterrumpidamente y continuaré así otras 2 semanas. Es horrible, saben. Por supuesto en este momento estoy eticamente imposibilitado para renunciar (sería muy cruel salirme ahora) pero, por si fuera poco, dado que estoy saliendo a salvar la situación, soy indespedible por el momento. También esto creo que evitará que piensen despedirme en algún tiempo.
Ea pues, estoy más amarrado de lo que antes estaba, trabajando día tras día, picando piedra y viendo muy lejano mi próximo día de descanso... descanso, dulce descanso...
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